La Resurrección de Jesús constituye el centro de la fe cristiana y la raíz de nuestra esperanza. Los evangelios muestran que este misterio no solo sorprende porque el Hijo de Dios venció a la muerte, sino también por la manera en que eligió revelarse. Cristo resucitado no aparece con poder triunfal ni con ánimo de venganza frente a quienes lo condenaron o abandonaron, sino que se presenta con mansedumbre, manifestando que el amor es capaz de levantarse tras la derrota y seguir avanzando con fuerza imparable.
Ver másEste gesto expresa que el amor de Cristo no se detiene ante el pecado ni ante el rechazo del ser humano, sino que busca rescatar incluso en el abismo más oscuro. La tradición lo describe como un encuentro conmovedor: Cristo toma de la mano a Adán y Eva, símbolo de toda la humanidad, para levantarlos de la muerte y conducirlos a la vida. El mensaje es claro: la muerte nunca tiene la última palabra, porque el poder del amor de Dios se manifiesta en solidaridad y misericordia. Cristo no resucita solo, sino llevando consigo a toda la humanidad, abrazando sus miserias para transformarlas en vida nueva.
Ver másEn el mundo moderno enfrentamos retos nuevos: la incertidumbre social, el miedo al futuro, y esa comparación constante con quienes “tenían todo resuelto” a nuestra edad. La depresión se ha convertido en una epidemia silenciosa —no solo afecta la mente, sino también el cuerpo y el alma.
Ver más